Pocas personas han tenido tanta fama en las calles de Nueva York como Louis Hardin, alias Moondog, también conocido como el Vikingo de la Sexta Avenida. La historia de este músico y poeta ciego, que vivió durante veinte años en las calles de la Gran Manzana, roza lo surrealista.
Moondog nació con el comienzo de la Primera Guerra Mundial en Kansas, desde crío demostró tener un talento especial. A los cinco años comenzó a tocar una batería que él mismo había construido y sus talentos musicales no se vieron afectado por el accidente que lo dejó ciego durante la adolescencia, Hardin aprendió braille y fue autodidacta en asuntos musicales a la par que desarrolló una extraña afición por los inventos y la mitología nórdica.
En 1946, Hardin se trasladaba a Nueva York donde establecería amistad con algunos de los grandes talentos del jazz como Charlie Parker o Benny Goodman. Parker sería su gran amigo y principal valedor de una notable lista que incluye a los Beatles o a Frank Zappa. Moondog llegó a tener un éxito moderado, aunque éste no consiguió cambiar su forma de vida. Algunas de sus canciones fueron incluidas en anuncios o en películas como Aquellos Años (protagonizada por Jack Nicholson). Otras llegaron al éxito en la voz de otros artistas, como All Is Loneliness, cantada por la genial Janis Joplin.
Por esa época comenzaría a escribir poesía y cambiaría su nombre por Moondog, en honor a un perro callejero que aullaba a la luna “como ningún otro perro”. Sus años neoyorquinos están repletos de inventos musicales, de jazz revolucionario, de historias que se convierten en leyendas y de admiración por la alta escuela jazzistica de la época.
La música de Moondog era diferente, generalmente minimalista, gracias a los peculiares instrumentos que él mismo inventaba para sus actuaciones y a los sonidos callejeros que incorporaba a sus creaciones. Su gran influencia provenía de un encuentro durante su infancia con la música de los indios arapajoes. Tras veinte años habitando las aceras de Nueva York, Moondog emigró a Alemania a mediados de los años 70, allí viviría hasta su muerte el 8 de septiembre de 1999.
Artículo publicado por Alfonso Cardenal el 8 de septiembre de 2010 para la Cadena SER.
